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jueves, 20 de agosto de 2009

Pasó Bolt Y Paró El Tiempo


Primero Los Cien Metros

Usain Bolt ha conseguido, además de su enorme ración de gloria, un premio de 160.000 dólares (113.00 euros) en solo 9.58 segundos de trabajo. Su récord mundial en la final de 100 metros le reportó, por un lado, 100.000 dólares gracias al programa de la IAAF en colaboración con sus patrocinadores, y su victoria los 60.000 con que retribuyen todos los títulos mundiales en Berlín. Ha sido el premio más suculento cobrado por un atleta en las 12 ediciones de los Mundiales, pero todavía inferior a lo que Usain Bolt cobra por correr en cualquier reunión del mundo. Su cotización, después de su triple medalla de oro en los Juegos de Pekín con otros tantos récords mundiales, se disparó hasta los 250.000 dólares por actuación.

Y Ayer el de Doscientos.



Berlín volvió a enfrentar dos visiones opuestas del mundo. La guerra, en esta ocasión, se limitó a una competición de atletismo, a la oposición de dos estilos, maneras distintas de ver la vida. Y todo en unos pocos segundos. De un lado, la percepción estadounidense, encarnada en la figura de Tyson Gay; de otro, la jamaicana, liderada por Usain Bolt, el tirano amable. La distancia entre ambos puntos de vista se manifiesta en cada serie, en cada semifinal y en la carrera decisiva. Sin la presión de Gay, ausente por problemas físicos -según dice-, Bolt no perdió la motivación y de nuevo, como sucedió en los 100 m., le pegó un mordisco de 11 centésimas su otra plusmarca (19.19 con 0.3 de viento en contra), la de 200. Los 19.30 de Pekín son sólo un recuerdo, y los 19.32 deMichael Johnson en Atlanta, prehistoria.

Usain Bolt nació un 9 de agosto de 1986, en Sherwood, un pueblo diminuto en el agrícola estado de Trelawny, al norte de una isla caribeña donde el tiempo transcurre mucho más despacio que en EEUU. De allí, curiosamente, sale el hombre más rápido del planeta. Sus padres nunca lograron grandes marcas en la Universidad, se conformaron con sacar adelante un supermercado para que Usain y sus hermanos (Sadeeki y Sherine) recibieran una educación apropiada. Nunca presionaron ni dirigieron la vida de Bolt hacia la alta competición. Todo sucedió de forma natural, pero es que aquel chico vago, quien reconoce su poca afición al sufrimiento, ya era campeón del mundo júnior de 200 m. con apenas 15 años.

Bolt nació para correr. Pero a él no lo programaron. No fue hasta 2005, cuando cayó en manos de su técnico actual, Glen Miles, cuando comenzó a pagar en forma de sacrificio el precio del éxito. Por eso hoy disfruta del momento en lugar de sentirse presionado, agarrotado por el miedo al fracaso; por eso, sin intención de ofender, juega con sus rivales, porque al fin y al cabo, sólo las banderas y el dinero transforman el deporte en algo más que un juego; por eso se lleva al público de calle y no duda en citar -a su manera- a John F. Kennedycuando escribe en su camiseta 'Ich bin ein berlino' (Yo también soy 'Berlino', jugando con el nombre de la mascota del Mundial de Berlín). Luego reparte besos por el estadio. ¿O no son besos sino el saludo rasta?

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